jueves, 12 de noviembre de 2009

Dehesa del Camarate

Al hilo del anterior post, el sendero que relataba es el que hicimos desde Lugros hasta la Dehesa del Camarate, una suculenta sucesión de colores siguiendo el sentido inverso del río Alhama, hasta adentrarse en el Parque Natural de Sierra Nevada. Todo un placer para la vista, sobre todo ahora en otoño, que las hojas de los árboles cambian sus tonalidades. Se hace fácil, ya que apenas hay desnivel. Si además terminas el sendero al atardecer, puedes disfrutar a la vuelta de los paisajes que ofrece la comarca de Guadix, donde el rojo de su tierra predomina aún más con el sol de la tarde. Conviene llevar pañuelo para limpiarse las babas.







Ay, el coche

Sí, se conducir. Fin. Hasta ahí llegan mis conocimientos de un coche. Cada vez que abro el capó para ver alguna cosa, tengo que hacer memoria porque no tengo ni idea de donde va cada cosa; los dibujitos ayudan, pero hasta un punto. Si me lío hasta para meterle agua al limpiaparabrisas.

El otro día me encontré con mi peor pesadilla. Un pinchazo. Veníamos de hacer un sendero, cansados de la caminata y con unas ganas tremendas de coger el coche y llegar a casa, cuando una señora de esas de los pueblos que lo saben todo me indica que la rueda está pinchada. Eran algo así como las 6 de la tarde, nadie en las calles de Lugros, a excepción de esa señora que parecía estar esperando al dueño del coche, que si tiene matrícula de Sevilla es que no es de aquí y ya volverá. Ahí estaba sentada, me soltó lo del pinchazo y se evaporó entre las callejuelas del pueblo. Vaya putada. Con las ganas que tenía de llegar a casa.

Telefonazo y grúa. Tuve la mala suerte que el lumbreras que me mandaron era más bruto que un arado. Me estaba doliendo la manera en que estaba tratando al coche, usando como un auténtico neandertal la "x" que sirve para desatornillar . Como no podía con una de las tuercas, se subía en la" x" y se ponía a saltar con un poseso. Me recordaba al principio de "2001, una odisea en el espacio", pero sustituyendo el hueso por una herramienta de coche. Como tampoco resultaba, intento ayudarse del palo de mi sombrilla que tenía en el maletero. ¿Pero dónde vas, animal? Por fin, el otro que venía con él, más avanzado y desarrollado (homo sapiens a lo sumo) le dijo que dándole al coche 20 cm. para adelante, lo mismo era más fácil hacer palanca. Bingo. La cambió por mi desinchadísima rueda de repuesto, indicándome que la gasolinera más cercana estaba a 20 km. Mira, pensé, prefiero ir a 30 km/h durante 2o kilómetros antes que aguantar al duo sacapuntas en la cabina de la grúa. Y así fuimos, lentamente, hacia la dichosa gasolinera para darle un poco de vida a la rueda de repuesto.

Esto me debe servir para aplicarme un poco en conocimientos mecánicos, al menos en los más básicos. Y también debería servirme para reconocer que mi Peugeot 205 no es un todoterreno, que después vienen las sorpresas.

martes, 3 de noviembre de 2009

El Trasgu

El Trasgu es un duende o gnomo de figura diminuta y simpática, viste blusa de bayeta colorada y gorro del mismo color.

Es duende casero, penetra en las casas cuando el fuego está encendido. Normalmente se preocupa de hacer las labores domésticas y trabaja colocando todo en su sitio, pero si está de mal humor, rompe los cacharros, esconde objetos, revuelve la ropa y da voces y gritos espantando al ganado. Cuando por sus continuas travesuras, quieren deshacerse de él, y ya que presume de tenerlo todo muy ordenado y limpio (cuando está de buen humor), le extienden por el suelo linaza o mijo y se lo mandan recojer - el Trasgu tiene la mano con un agujero-, también le mandan blanquear la pelleja de un carnero negro, o traer un cesto lleno de agua, cosas imposibles de realizar por él.

El Trasgu, picado en su amor propio abandona la casa para no volver.

Pues que ayer estuve en un nuevo bar asturiano que han abierto en Campo Príncipe (Granada), llamado el Trasgu, dándole a la sidra poco a poco, lentamente, hasta que tras varias botellas entregamos las llaves de la ciudad y nos rendimos sin condiciones.