jueves, 20 de agosto de 2009

De mi estancia en Sevilla

Bueno, ya he vuelto de pasar una semanita en Sevilla, en casa de mis papis, con su piscinita y su aire acondicionado, cosas que hacen el verano más llevadero. Hay veces que paso algunos dias de verano en dicha casa y hago poco uso de la piscina, por lo que a la vuelta siento que no la he disfrutado como debiera. Será la costumbre de no tener aire acondicionado, que cuando me meto en la casa tan fresquita dan pocas ganas de salir a la calorina del exterior, por mucha piscina que haya. Pero al volver a Granada y darme de bruces con la realidad del ventilador, no puedo evitar acordarme de lo que he tenido esa semana y no he exprimido al máximo.

También me queda la sensación, cada vez que vuelvo de Sevilla, de no haber visto a todos los que quisiera. A pesar de quedar casi a diario con mis amigos de siempre, también me queda el regusto amargo de no haber llamado a otros amigos que sí me dije a mi mismo que tenía que llamar, antiguos amigos que hace años que no ves, o que te han llamado hace tiempo para tomar un café y tú no estabas en la ciudad. Debo mejorar ese aspecto, por ellos y por mi mismo. Contar y que te cuenten. Saber qué es de sus vidas y volver a recordar momentos inolvidables de ociosa y poco sana juventud.

Otra sensación amarga es no haber disfrutado al máximo de la ciudad en sí, a pesar de haberla disfrutado. Hemos salido casi a diario, he conocido sitios nuevos donde comer o simplemente cervecear, he paseado cual turista embobado, buscando el mínimo detalle que detecte un cambio a mi anterior visita o fijando mi curiosidad en alguna placa conmemorativa de cualquier casa del barrio de Santa Cruz. A pesar de todo eso, siento que podía haber exprimido más la ciudad. Es un crimen que a estas alturas aún no haya ido a ninguno de los conciertos en los jardines del Alcázar.

Y de nuevo en Granada. Y de nuevo tendremos en unos días visita al Albayzín para enseñar a amigos de amigos la magia de esta ciudad, el placer de subir y bajar las callejuelas laberínticas del barrio. De soñar despiertos. El placer de imaginarse esa ciudad en otros tiempos, ya sea hace 500 años que 2000. El placer de dejarse llevar. De eso es imposible cansarse.

2 comentarios:

  1. si es que el niño es tontito, vaya... está paseando por dos ciudades como sevilla y granada, la envidia de cualquier país del mundo por su espectacularidad, en cuanto a gente, bares, patrimonio... ciudad en sí.

    quita la tilde a turista!!!

    so turista!!!

    jejeje

    ResponderEliminar
  2. uuuuuuuuuuuups, es que mi bisnieto ha estado jugando con el ordenador y habrá puesto esa tilde sin querer... esta juventud

    ResponderEliminar